17 de marzo de 2007 

Memoria Histérica

En España, la "madre patria", desde hace al menos diez años la autodenominada "izquierda" pretende "recuperar la Memoria Histórica", esto es, ajustar cuentas con la dictadura del general Francisco Franco, impulsor del nacional-catolicismo (unión criminal de Estado e Iglesia Católica, régimen político de extrema derecha único en el mundo, que impregnó la vida de los españoles durante cuarenta años y del que algunos todavía no han podido salir), recuperar la dignidad de las víctimas del bando republicano, homenajear a todos los luchadores españoles e internacionales contra el nazifascismo y recordar un tiempo de la historia de España sin el cual no se puede entender el mundo actual. Todo esto es loable, y aún más, es necesario. Levantar fosas de cadáveres que estaban ocultas al lado de carreteras de toda la nación española, indemnizar económica y moralmente a los familiares de víctimas de juicios sumarísimos con sentencias falsas con tinte político para provocar un genocidio que, contando con las víctimas de la Guerra Civil española, fueron cerca de 300.000 almas masacradas por los secuaces de Franco, anular esas mismas sentencias injustas e ilegítimas, &c., son medidas que cualquiera defendería. Sin embargo, una frase de la película de Tomás Cruise "Informe en Minoría" me ha hecho reflexionar -amén de recientes acontecimientos nacionales e internacionales- sobre el asunto de la Memoria Histórica (así la llaman): "Cuidado, quien rebusca en el pasado sólo encuentra suciedad".

Lo cierto es que la Memoria Histórica, por de pronto, es una contradicción in términis. Un pueblo no puede tener memoria porque la memoria se trata de un acto individual de las personas. Los colectivos no pueden tener memoria porque no pueden recordar nada, sino es a través de información previa en materia histórica, lo cual no es memoria, sino Entendimiento. La Historia es cuestión de entendimiento, no de memoria. A veces, los políticos -y lo dice alguien que estudia Ciencias Políticas- tratan tanto de bajarse al vulgo que acaban (sobre)pasándose y llegan al fango, ya que salvo los talibanes incondicionales de los partidos de la autodenominada "izquierda", poca gente ha apoyado el término de marras. Y son precísamente esos talibanes del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), de Izquierda Unida (IU) y de el buen puñado de micropartidos y adláteres ideológicos de "extrema izquierda" -en realidad, correas de transmisión de los otros dos grandes partidos, sobre todo del PSOE- los que convierten esa Memoria Histórica en Memoria Histérica. Esto es así porque la convierten en algo parcial, sesgado y sectario. No sirve para recordar nada (aparte de que no se pueda), sino para encubrir intereses ideológicos muy concretos: atacar a la oposición autodenominada de "centro-derecha", el Partido Popular (PP). Decir esto no es muy popular entre la autodenominada "izquierda", pero su abandono del marxismo obliga a sacar la espada dialéctica y ser claros: la Memoria Histórica es una ideología, al igual que todo el rollo de la Segunda República, tomada en su sentido marxista, que es doble, ya que Marx dijo que Ideología es "toda justificación teórica de un Sistema social injusto"y "Sistema de ideas socialmente arraigadas en un sector de la sociedad, a través de las cuales se expresa su oposición a otros sectores de esa misma sociedad". La Memoria Histérica se utiliza por parte del PSOE y de su Alicio presidente, José Luis Rodriguez Zapatero, para meter matute a la gente y atacar a la oposición, con visos electorales. Y esto es así, demostrado en la práctica, porque ésta Ley de Memoria Histórica aprobada en el Parlamento español, ha resultado ser más que raquítica, insuficiente y púramente semántica. Cuatro homenajes y adiós. La impresionante campaña de propaganda ideológica que ha realizado la autodenominada "izquierda" con la Memoria Histérica para después aprobar una Ley que no cumple con las expectativas que la inmensa mayoría de los interesados quería, sólo ha servido para identificar al PP con la "extrema derecha" -algo absurdo- del franquismo, para aislarlo electoralmente y así conservar el poder.


¿ Se atreverían el PSOE o IU a hacer una Ley como la que se ha hecho en Polonia ? Arcadi Espada, en su blog lo explica:


Los Kaczynski, presidente y primer ministro polaco, promueven la llamada Ley de Purificación (Lustracja) que obliga a decenas de miles de polacos a confesar si colaboraron con el régimen comunista y su polícia política. El procedimiento prevé que los ciudadanos afectados (fundamentalmente periodistas, profesores y funcionarios) entreguen su confesión en un llamado Instituto de la Memoria. Muy bien llamado, sin duda ninguna: memoria, y de la buena; activa, insurgente, puesta en acto, no de la que sólo sirve para llenarse la boca de melodrama. Una vez la confesión en manos del Instituto se investigará si coincide con la memoria documental. Si el ciudadano ha mentido se le castigará con la inhabilitación profesional y otras pérdidas de derechos; si dice la verdad, aunque sea grave, el poder, bien que con un mohín en la cara, será comprensivo y perdonará. Sin duda éste es el aspecto que más me gusta del proyecto. No se trata de vengarse de nadie: sólo de fijar para siempre lo que sucedió.

La Polonia comunista, por mucho anticomunismo que destilara el anterior Papa Juán Pablo II, oriundo de aquella nación política, tenía algo en común con el nacional-catolicismo franquista: la unión criminal de Estado de Iglesia Católica (en Polonia había dos grandes fuerzas políticas unidas que dominaban el país: el Partido Comunista y la Iglesia Católica). Pero en España la autodenominada "izquierda" no tendría bemoles para hacer lo que han hecho los irreductibles gemelos polacos. No digo que apoye lo que estos señores están haciendo en su país, pero otro ejemplo de que la Memoria Histérica no era más que un subterfugio ideológico para atacar al Partido Popular (de supuesta herencia franquista) es que jamás se investigará en la colaboración de prohombres del progresismo español con el nacional-catolicismo. Jamás Gaspar Llamazares, coordinador general de Izquierda Unida, partido pseudocomunista, permitiría que la nación española supiera de su pasado como seminarista agustino filipino en su juventud, o del pasado del nuevo ministro de Justicia del PSOE, Mariano González Bermejo, martillo de fachas y probado progre, trabajando en un gabinete de abogados franquistas -y cuyo padre fue a la vez concejal de ayuntamiento en pleno franquismo- o del mismísimo Rodriguez Zapatero, cuyo abuelo, del que tanto hace gala como defensor de la democracia y los valores republicanos eternos de libertad y solidaridad (¿ con quién y contra quién ?), reprimió violéntamente bajo órdenes del general Franco a los mineros revolucionarios de Asturias del año 1934 que se revelaron contra la "República burguesa", o cuyo padre también fue funcionario franquista. También se podría indagar en el pasado franquista de muchos periodistas afectos al régimen alicio actual, como el incólume Enric Sopena, director del portal de Internet El Plural -la versión progre de Libertad Digital-, y antiguo miembro del Opus Dei. O de Jesús de Polanco, jefe absoluto del imperio mediático PRISA, dueño y señor del periódico El País, la cadena de radio SER o el canal de televisión Cuatro, el cual recibió muchísima ayuda política de Franco para la expansión comercial de su editorial Santillana. O el pasado de otro prohombre del progresismo, el también periodista y miembro de PRISA Juán Luis Cebrián, antiguo militante de Falange Española -partido español de extrema derecha-. Y sería un auténtico escándalo que se supiera que la práctica totalidad (salvo excepciones como Enrique Múgica, actual Defensor del Pueblo en España, socialdemócrata de siempre) de la cúpula del PSOE nacida del congreso de Suresnes, Francia, en la década de 1970, y que renovó el antiguo PSOE guerracivilista, provenía de Falange. Y si ya nos ponemos en ejemplos histriónicos, el psicópata asesino en serie José Ignacio De Juana Chaos, miembro sanguinario del grupo separatista vasco y terrorista ETA, actualmente excarcelado por Zapatero debido a su presión mediante huelga de hambre al Estado español -lo que ha provocado la indignación de la inmensa mayoría del pueblo español- fue miembro del partido político fascista Fuerza Nueva, y de los más violentos además.

Si todo esto sale a la luz con cuentagotas, es porque la caja de Pandora que la autodenominada "izquierda" española ha abierto se vuelve contra ella, demostrando que los que ahora son antifranquistas treinta años después de la muerte del dictador Franco, no lo fueron tanto en vida del ganador de la Guerra Civil, al que no tenían tanto odio visceral como ahora abanderan. Y mientras en la antigua Europa del Este se han derribado estatuas de Lenin, en España sólo se derriban las estatuas que al Gobierno del PSOE le interesa, como la que estaba en el Paseo del Prado de Madrid coincidiendo con el cumpleaños del ex-comunista y ahora progre Santiago Carrillo.


Cuando la izquierda lo único que puede ofrecer a la nación es un pasado mítico, en vez de soluciones a los problemas presentes, es porque esas soluciones son los mismos emplastos que le pueda ofrecer la derecha. Es inmoral que se hayan alimentado los sentimientos de mucha gente que sufrió la represión franquista para después reírse en su cara con tal de que esa misma "memoria" no les salpique a ellos. Y lo mismo ocurrirá con las naciones políticas iberoamericanas que sufrieron dictadura militar de derecha, cuando la autodenominada "izquierda" de allá quiera recuperar la Memoria Histérica para limpiar sus propias vergüenzas. El que avisa no es traidor.



11 de marzo de 2007 

España en la encrucijada




El mercado pletórico de bienes y servicios, el capitalismo desarrollado, atomiza a los individuos hasta hacerles abandonar su identidad. Los tradicionales roles familiares, de género, de clase, religiosos o nacionales pierden su razón de ser gracias al mercado pletórico. La igualdad que el valor-precio de las mercancías experimentan en el mercado produce dos efectos: 1.- que los individuos giren alrededor del son que le marcan las mercancías y sus comportamientos varíen según las mercancías que sean capaces de adquirir (no es lo mismo un indígena con televisor que sin ella); y 2.- las sociedades se fragmentan cada vez más produciéndose una progresiva atomización de los individuos, dando lugar a una masa de consumidores satisfechos gracias al mercado pletórico. Es entonces cuando las identidades pierden su razón de ser. Y si bien es cierto que el mercado siempre fomentará la mercancía más demandada -lo que no quiere decir que exista real soberanía del consumidor-, también es cierto que el capitalismo, hoy por hoy, es insuperable ya que es capaz de convertir cualquier actividad humana en mercancía, lo que da cuenta de su extraordinario poder de adaptación y su gran capacidad de metamorfosis.

La identidad nacional está en entredicho gracias al capitalismo. Cuando un separatista vasco, catalán, gallego, andaluz, canario, asturiano, leonés, aragonés, castellano (sic) o del Bierzo (doble sic) enarbola una bandera fraccionarista con una estrella roja -intentándole dar así una especie de prestigio izquierdista totálmente anacrónico- lo único que hace es sentirse satisfecho como consumidor del mercado pletórico. Ya existe una mercancía, esa bandera, que le proporciona placer, y cualquiera que atente, mediante razonamientos o mediante la acción, contra esa bandera-mercancía, será visto como enemigo y merecerá toda la ira de su ataque, no por ideales -que también- sino porque está invadiendo su propiedad, una propiedad subjetual y subjetiva que le da su razón de ser como consumidor.

El mercado pletórico atenta frontalmente contra las naciones canónicas, las naciones jurídicas nacidas de las grandes revoluciones que derrocaron el Antiguo Régimen y dieron lugar a la sociedad burguesa. Las Naciones Políticas nacidas de las revoluciones Francesa, Americana, Española, Italiana, Argentina, Uruguaya, Venezolana, &c., se apoyaron en los Estados absolutistas anteriores para construir plataformas desde las que actuar en el mundo. Las Naciones Políticas sustituyeron la servidumbre del absolutismo por la Nación de Ciudadanos Iguales Ante La Ley. El gran fallo de estas Naciones Políticas ha sido proporcionar una igualdad abstracta, ya que por contra se acentuaba cada vez más la desigualdad económica entre burgueses y proletarios.

Con la caída de la Unión Soviética y de la Izquierda Comunista, las Naciones Políticas se encuentran en una encrucijada terrible. Sobre todo las menos poderosas, ya que la Dialéctica de Clases y la Dialéctica de Estados permite que las naciones más poderosas puedan engullir o destruir a las más débiles, y que las clases dominantes de las naciones más fuertes dominen sobre las clases débiles dominantes de naciones débiles. El caso de España es uno de los más claros al respecto. Cuando la Izquierda Liberal, a imitación de la Izquierda Jacobina en Francia, dio nacimiento a la Nación Española, los siervos de la gleba feudal todavía existente gritaron "Abajo la Nación, Vivan Las Cadenas". El liberalismo expropió las tierras de los señores que hasta hace nada les daban protección social y un empleo -de siervo- de por vida. De ahí surgió el carlismo, ideología reaccionaria de extrema derecha que clamaba, eso sí, por la unión de "las Españas" pero bajo las formas feudales anteriores a la Revolución Liberal decimonónica. Con el desarrollo del capitalismo, ese carlismo mutó hacia formas cada vez más eclécticas, desde el racismo cristiano del Partido Nacionalista Vasco hasta el fraccionarismo marxista-leninista de ETA, cuyas intenciones son claras: convertir Vasconia más Navarra y el País Vasco Francés en una Albania ibérica con un fuerte contenido racista y clerical. Pero la postmodernidad en que estamos envueltos permite que cualquiera, por indocto que sea, pueda fabricar su propia mercancía -naciones fraccionarias, o mejor dicho, la idea de una nación fraccionaria con su propio merchandising- y venderla, satisfaciendo a un buen número de consumidores. El capitalismo permite esta clase de consumidores satisfechos, ya que los capitalistas de los Estados más poderosos saben que podrán dominar mejor el mundo mientras las Naciones Políticas más débiles estén hiper descentralizadas e incluso destruídas para la mejor circulación de capitales y mercancías. Y así, más consumidores habrá satisfechos.

España se encuentra en una terrible encrucijada. Está amenazada, pero no en peligro, al menos a corto plazo. No sabemos que ocurrirá en el futuro, pero es siniestro que la supuesta derecha, el Partido Popular, un partido "atrápalotodo" en el que caben desde ultraconservadores hasta liberales o demócrata-cristianos, sea el defensor de la Nación Política de Ciudadanos Iguales Ante la Ley, de la Solidaridad entre regiones sin privilegios de ninguna clase y de la unidad de España, y que la supuesta izquierda, el Partido Socialista Obrero Español, un partido de tradición socialdemócrata pero que abandonó el marxismo hace ya más de 30 años y sus filas se vieron engrosas por un mejunje de ex-comunistas y ex-falangistas, defienda la descentralización del Estado, la unión con los fraccionaristas separatistas, los derechos de los pueblos y la Unión Europea, ese nido de tiburones cuyas intestinas luchas de poder siguen sin dar forma y poder real, ya que se encuentra en realidad manejada desde sus inicios por el Imperio Estadounidense. Es decir, el mercado pletórico de bienes y servicios hace que consumidores satisfechos de la partitocracia española acumulen en su ideario mensajes tradicionales de la derecha hacia las izquierdas y desde las izquierdas hacia la derecha. El PP, por tanto, es tan de izquierdas o más que el PSOE, y el PSOE es tan de derecha o más que el PP. Pero no nos llamemos a engaño. Si por consumidores satisfechos se tratase, el PP sería capaz de sumarse a ese confederalismo reaccionario en que está metido el PSOE sólo con la intención de tener el poder de la Comunidad Autónoma correspondiente o del Estado, y el PSOE, si se ve a punto de sumirse en el abismo, recuperar la idea de Nación Española, enarbolar la rojigualda y volverse centralista. La dialéctica del mercado pletórico es así.

España está en una encrucijada por culpa del capitalismo, sistema económico que atomiza a los individuos con el propósito sólo de satisfacer sus más (in)confesables deseos. Y si entre esos deseos está el de cargarse una Nación Política, un sistema político democrático y una historia común de más de 500 años, al mercado le trae sin cuidado. Sólo busca la seducción por la perversión. Los españoles, y por extensión los iberoamericanos, tendremos que elegir el camino a seguir: o darle la vuelta a esto y construir el socialismo hispánico, o la barbarie, la desunión y el sometimiento al Imperio Anglosajón, al eje Franco-Alemán y al continuo ataque de la derecha reaccionaria islámica. En nosotros está la capacidad de darle la vuelta del revés a esta ignominiosa situación en que nos ha metido la clase política. Ha llegado el momento de entrar en acción.

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  • I'm Santiago Armesilla
  • From Madrid, Madrid, Spain
  • Estudiante de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid, España, Iberoamérica
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